Cuando se nos pregunta porqué elegimos ser abogados, nuestra respuesta – a veces de manera seria u otras jocosa- conlleva decir que lo hicimos porque “no nos gustan las Matemáticas o porque detestamos los números”. Para decepción de muchos habrá que reconocer que no puede existir un ejercicio correcto de la abogacía, sino entendemos que el conocimiento y aplicabilidad eficaz y eficiente de las normas jurídicas tiene una relación directa con temas económicos, financieros, contables y numéricos.